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60. Los príncipes posesivos

—¡Qweeeek!—chilló el Fénix, batiendo sus alas con entusiasmo.

Reya habría estado asustada, pero entendía que las aves se emocionaban cuando sus pupilas se dilataban y se expandían rápidamente.

—Lo sé—rió, casi sintiendo su felicidad.

Era como si pudiera sentir su euforia desde dentro de su ser, c...