Read with BonusRead with Bonus

52. La maldita alucinación

DÍA TRES

Levanto los puños de nuevo hacia la bolsa, pero mis ojos siguen desviándose hacia Emara, solo para asegurarme de que está ilesa y viva.

Ella está bien.

No se cayó.

No fue real. Fue una alucinación.

¡Maldita sea! Necesito tomar mis malditas pastillas.

Me digo a mí mismo que...