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51. Cuidado, no te caigas

DÍA TRES

El ritmo de mis golpes se ralentiza cuando la puerta de vidrio se abre y ella entra como un huracán, destruyendo mi concentración.

La observo mientras camina en silencio, robando mi atención y merodeando perezosamente, limpiando los equipos como si no tuviera idea de lo que está hacie...