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Capítulo 4

Terquedad.

—¡Dios mío, Jerry, ¿qué te ha pasado? —exclamó tía Dorothy, mirando a mi padre con una expresión horrorizada en su rostro.

Papá tenía un ojo morado e hinchado, el labio partido y los nudillos magullados; apestaba a estiércol y estaba cubierto de lo que solo podía esperar que fuera barro...