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«Siéntate en la polla de tu amo, Anna»

La tensión en la habitación se duplicó cuando Anna no respondió por un rato. Había visto lo que Jacob le hizo al hombre después de verlo tocar sus muslos y no se atrevió a decirle que sospechaba que él debía haber añadido algo a la bebida.

Ajustando su posición, se sentó en la cama y se negó a mira...