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BDSM (Calificación 18)

Perspectiva de Alpha Eric

La aparté lentamente de mí y solté la toalla de mi cintura. Su mirada cayó sobre mi pene y pude ver cómo tragaba nerviosa y emocionada. Como la mayoría de los alfas, siempre era rudo y dominante en la cama, y considerando lo grande que era mi pene, no todas las mujeres podían manejarme.

—Ven.

Como una buena sumisa, se acercó a mí. Extendí mi mano y acaricié suavemente su cabello, mientras ella cerraba los ojos y temblaba con mi toque.

—Conoces las reglas, ¿verdad? —pregunté mientras acariciaba su cabello.

—Sí, amo —respondió suavemente.

—Enuméralas —ordené.

—No tocar al amo.

—No gritar, a menos que el amo lo pida.

—Siempre decir la palabra de seguridad si no puedo manejar el juego del amo.

—No correrse a menos que el amo lo pida.

Las enumeró correctamente.

—Buena chica.

—¿Eres una buena chica? —pregunté mientras seguía acariciando su cabello.

—Sí, amo.

—Entonces, ¿qué hacen las buenas chicas? —pregunté seductoramente.

—Las buenas chicas complacen a sus amos —respondió seductoramente.

—Ahora prueba que eres una buena chica.

Se levantó lentamente de la cama mientras yo me recostaba. Se arrodilló entre mis piernas y me miró nerviosa.

—¿Puedo, amo? —preguntó.

—Puedes —dije esas palabras y cerré los ojos.

En el momento en que cerré los ojos, sentí unos labios fríos y suaves en mi pene, lo que me hizo gemir y tomar su cabello. Besó mis muslos hasta llegar a mi estómago antes de tomar mi pene ya erecto en su boca.

En el momento en que me tomó completamente en su boca, sentí a mi lobo aullar, pero no sabía cuál era su problema. Siempre que tenía sexo con Sophie o cualquier otra sumisa, mi lobo siempre estaba en silencio y muerto. Pero esta vez noté que mi lobo intentaba suprimirme y sabía por qué estaba inquieto. Estaba teniendo sexo con otra mujer cuando ya había encontrado a mi compañera.

Cerré los ojos e intenté suprimir a mi lobo, y esta vez funcionó. Volví a concentrarme en lo que Sophie estaba haciendo. Noté que mi pene seguía en su boca y sus ojos estaban cerrados. Cerré los ojos de placer y gemí suavemente, mientras ella seguía chupando mi pene como un chupete. Agresivamente, tomé su cabello y follé su boca.

Sophie era buena en esto, era capaz de darme satisfacción sin tocarme, y por eso me encantaba tener sexo con ella. Gemí de placer cuando me di cuenta de que estaba a punto de correrme tan rápido. Gimiendo suavemente, la empujé y la arrojé sobre la cama. Tomé la cuerda de la cama y até sus manos esposadas por encima de su cabeza. Saqué algunos condones del cajón pero dejé el lubricante, ya que a Sophie y a mí nos gustaba rudo. Sophie vio el condón en mi mano y comenzó a susurrar.

—Habla.

—Quiero que el amo me toque —suplicó.

Al escuchar su ruego, dejé el condón en la cama y me acerqué a ella.

—Has sido una buena chica, así que te recompensaré —acaricié su cabello antes de bajar a su mejilla. Acaricié su mejilla suavemente y la vi gemir en silencio de placer.

Dejé su mejilla y me moví hacia sus pechos. En el momento en que mis manos tocaron sus pechos, ella tembló de placer y gimió en silencio, asegurándose de no gritar.

Tomé sus pechos con ambas manos, los apreté bruscamente y comencé a besar su cuello. Ella gimió e intentó mover sus manos, pero no pudo porque estaba atada.

Tomé su pecho izquierdo bruscamente en mi boca y lo chupé con hambre. Chupé su pecho izquierdo bruscamente mientras acariciaba el derecho con mi otra mano.

—Amo —gimió de placer.

Al escuchar sus gemidos seductores, sentí que mi forma dominante tomaba el control y dejé su pecho para moverme a su estómago. Besé suavemente su estómago y luego bajé a sus muslos.

Ella quería gemir en voz alta de placer, pero sabía que lo estaba conteniendo.

Dejé de besar su estómago, tomé su pierna izquierda y la coloqué sobre mi hombro, mientras movía mis dedos izquierdos sobre sus muslos.

—Amo —gimió con los ojos cerrados.

Sentí mi pene endurecerse más y todo lo que quería era doblarla y tomarla, pero como buen dominante, tenía que complacer a mi sumisa.

Acaricié suavemente su vagina con dos dedos y la vi mojarse con mi toque.

—Amo —jadeó de placer.

Inserté bruscamente un dedo y la escuché gritar de placer.

Suavemente, jugueteé con el dedo dentro de ella antes de añadir otro dedo. En el momento en que inserté el segundo dedo, ella se mojó y quiso gritar de placer, pero cubrí su boca con mi mano libre.

—La próxima vez que intentes gritar, me aseguraré de amordazarte —dije esas palabras directamente en su oído y noté que temblaba con mis palabras.

Suavemente, la acaricié con mis dos dedos mientras ponía mi otra mano en su boca y le pedí que chupara.

Chupó mis dedos como si su vida dependiera de ello, y eso desencadenó placer en mí.

Comencé a masturbarla bruscamente, y ella seguía chupando mis dedos mientras seguía mi ritmo.

Sentí que se mojaba en mis dedos, así que tuve que sacarlos de ella.

—Amo —murmuró con un pequeño ceño fruncido en su rostro.

La forma en que me llamó hizo que mi pene se endureciera más, y no pude contenerme más.

—Habla —ordené seductoramente en su oído.

—Te quiero ahora, amo —suplicó en un tono bajo y sumiso.

Al escuchar esas palabras de ella, gemí y la volteé, lo que hizo que quedara con el estómago sobre la cama.

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