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Capítulo veinticuatro: Una loba salvaje

Mientras me sentaba al lado de su cama, junto a él, sentí su cuerpo duro, caliente y musculoso tocar mi cintura, enviando una sensación de cosquilleo en mi estómago. Cerré los ojos. Él también continuaba sosteniendo mi mano delgada entre sus grandes manos.

—Puedes volver a casa —dijo—, con tu famil...