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442 No puedo obligarme a amarlo

La mirada de Emily se detuvo brevemente en Satanás, acostado en la cama del hospital.

—Emily —Olivia tiró de su mano—. Vamos afuera a hablar.

—Está bien.

Las dos mujeres salieron de la habitación tomadas de la mano. Los ojos de Satanás siguieron a Emily hasta que desapareció por la puerta, luego sus...