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397 El favor benevolente de la emperatriz

Jackson no la bajó; la llevó en brazos mientras compraba dos perritos calientes, le dio uno y, tras un momento de reflexión, le entregó el otro también.

—¿Me das los dos? ¿No vas a comer? —preguntó Miranda con duda.

—Claro que voy a comer —rió Jackson—. Pero como soy el conductor, tengo que asegur...