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La noche estaba tranquila—demasiado tranquila—mientras Nancy se sentaba sola en un rincón sombrío al borde del territorio de los Licántropos. El parpadeo de una antorcha solitaria en la pared proyectaba largas sombras ondulantes que danzaban sobre su rostro surcado de lágrimas. Apretaba en su mano u...