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Bavada miró directamente al príncipe, sus ojos abiertos de incredulidad. No podía creer lo que veía.

Las chicas a su alrededor vitoreaban y se sonrojaban, pero todo lo que ella podía hacer era mirar incrédula.

La traición dolía tanto que su corazón se rompió.

Se sentó de nuevo y Avyyana, la madre...