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Dame una oportunidad

El clic de la puerta al cerrarse resonó suavemente, y por primera vez en toda la noche, el mundo quedó en un silencio absoluto.

Solo estábamos ella y yo.

Liliana.

La luz blanca y estéril la bañaba en un resplandor de otro mundo, y por un momento, olvidé cómo respirar. Ella yacía tan quieta, su pe...