Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 5: ¿Me estás chantajeando? Parte 1

Punto de vista de Helena

*Bajando la cabeza, me susurra al oído: "Tú, princesa. Todo lo que quiero eres tú."

Trago saliva y tiemblo. Ugh. ¿Por qué yo?*

Debo parecer un pez fuera del agua, parada allí boquiabierta mirándolo.

¿Este tipo dijo que me quería como pago?

—Si no cierras la boca, nena, podría entrar una mosca. O mi pi--...

—¡Eww! ¿Qué? —grito, sin querer escuchar su palabra grosera. ¿En serio va a decir eso?

Él se ríe de nuevo, acercándose aún más de lo que ya estaba. —Dije mi pi--... —lo interrumpo rápidamente, colocando mis manos sobre mis oídos para taparlos.

—Deja de intentar decirme eso —le grito.

—¿Por qué? Eventualmente sucederá. Después de todo, vas a ser mía —se encoge de hombros como si fuera un hecho.

Niego con la cabeza en incredulidad. ¿Quién diablos se cree que es?

—Me voy —digo, girándome para irme, pero él me agarra por detrás con fuerza.

—No lo creo, princesa —me susurra al oído y, en un rápido movimiento, me gira. Luego procede a levantarme sobre su amplio hombro como si fuera un saco de patatas.

—¿Qué estás haciendo? ¡Bájame! ¡Ahora! —grito fuerte, golpeando su espalda. En vano, porque el idiota sigue riéndose de mis intentos.

—Te sugiero que pares, cariño, a menos que quieras lastimar tus lindas manitas. Prefiero que las uses en otra cosa —dice de manera engreída y luego – ¡zas! Me da una nalgada.

—¡Oww! ¿Acabas de darme una nalgada? —pregunto incrédula. ¿Qué soy, una niña de cinco años?

—Sí.

¡Zas!

—Lo acabo de hacer de nuevo. ¿Quieres que continúe?

—¿Por qué me das nalgadas? —mi trasero empieza a doler.

El bastardo solo se encoge de hombros. —Me dio una excusa para tocar tu trasero. En realidad, mi trasero.

—¡No es tu trasero! ¡Tú eres un trasero! ¡BÁJAME! —grito tan fuerte como puedo. No me escucha, así que levanto la cabeza para ver si hay alguien cerca. Están demasiado lejos y es entonces cuando me doy cuenta.

—¿A dónde me llevas? —mi voz se quiebra, empezando a asustarme.

—No te preocupes, princesa. Todo lo que necesitas saber es que estarás conmigo.

—Eso no me hace sentir mejor. Por favor, bájame. Lo que sea que quieras decirme, podemos hablarlo aquí. Por favor, Ethan me está esperando.

No dice nada y sigue caminando. Después de unos minutos de silencio, noto que estamos en el estacionamiento de estudiantes. El sonido de una puerta de coche abriéndose me pone en modo pánico. ¿Me está secuestrando?

—Aquí tienes, princesa —dice, poniéndome suavemente en el asiento trasero de una SUV negra. Se inclina y coloca el cinturón de seguridad sobre mi pecho, asegurándolo en su lugar.

—No puedes hacer esto. ¡Es ilegal secuestrar a alguien, lo sabes! —le grito, mirándolo con furia.

—Aún no me han atrapado —me guiña un ojo y me toca la nariz con su dedo índice antes de cerrar la puerta de golpe.

Veo cómo se dirige al lado del conductor y aprovecho para intentar abrir la puerta. No se mueve, ni siquiera cuando la desbloqueo. —¡¿QUÉ DEMONIOS?! ¡ÁBRETE! —grito, tirando del estúpido mango.

—Si rompes la manija de mi puerta, tendrás que pagarme el doble de tu deuda —escucho su amenaza con diversión.

Levanto la cabeza bruscamente y lo miro con furia. —¿En serio? Otra vez con que tengo que pagarte una deuda. Eres realmente un imbécil. Ahora sácame de aquí. Necesito volver con mi novio, que seguro está preocupado porque no estoy almorzando con él.

El secuestrador me mira sin expresión. —No lo estará —dice, girándose para encender el motor.

—¿Qué quieres decir con que no lo estará? ¿Hiciste algo? ¿Le hiciste algo? —empiezo a entrar en pánico de nuevo. Dios mío. Le hizo daño a Ethan después de que le respondió ayer. Ahora me está secuestrando para ser su esclava sexual.

—Dime qué le hiciste a Ethan, maldito... —empiezo a gritar, pero me interrumpe.

—Te sugiero que no me llames nombres, princesa. Podría tener que castigar ese lindo trasero tuyo. Si crees que dos nalgadas duelen, imagina las otras cosas que puedo hacer —su sonrisa diabólica me hace reconsiderar mis próximas palabras.

—Por favor, solo déjame ir. Prometo que no llamaré a la policía ni le diré a nadie que me llevaste contra mi voluntad. Por favor —suplico con los ojos. No puedo dejar que me lleve. ¿Y si me lastima o me obliga a hacer cosas que no quiero? Ya fue suficiente con que casi me violaran hace unas noches.

Me mira como si estuviera pensando... luego estalla en carcajadas. —¿Crees que la policía realmente te ayudará, princesa? Soy dueño de la mitad del departamento de policía, el ayuntamiento y otros departamentos que no te revelaré. Así que buena suerte intentando presentar cargos contra mí y mi equipo —me guiña un ojo, se da la vuelta, pone el coche en marcha y retrocede la SUV.

Para procesar lo que está pasando, decido quedarme callada.

—¿Qué vas a hacer conmigo? —rompo el silencio y lo miro.

Sus ojos grises me miran a través del espejo retrovisor cuando responde. —No te preocupes, princesa. Lo sabrás pronto —me guiña un ojo y sonríe ampliamente.

Frunzo el ceño y suspiro. ¿Por qué me está pasando esto? Primero, me atacan el sábado por la noche y hoy me secuestra el miembro de la banda que me salvó de los tipos que me atacaron. ¿Hice algo malo en mi vida pasada para que este sea mi castigo?

La SUV se detiene en un semáforo en rojo. Mirando a mi derecha, noto a la persona que está al lado nuestro: Tatiana.

Previous ChapterNext Chapter