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—No te preocupes, me voy a la cama, pero no a la tuya, imbécil. —Casi rompo la pantalla con la fuerza con la que cuelgo. Paso furiosa por la cocina para tomar agua, mi garganta está seca como el desierto. Mis manos tiemblan y estoy vibrando de ira. Esto es tan estúpido, tan malditamente exagerado, i...