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—Parecen muy relajados —señala Sylvana, de pie junto a la isla de su cocina mientras prepara una ensalada al vernos entrar. Mi cuerpo se sonroja de una vergüenza mórbida. Jake me mira con el ceño fruncido y se inclina para susurrarme al oído.

—No hay manera de ocultar lo que hemos estado haciendo, ...