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—No le dijiste que no a sus fetiches raros; le pediste a tu asistente que los investigara —le recuerdo, entrecerrando los ojos acusadoramente, pero no puedo evitar la risa que brota de mi garganta. Mi ánimo se levanta y la irritación desaparece, como siempre. Nos recuperamos rápidamente, sin esfuerz...