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—¡Dios mío, realmente lo va a hacer!

—Y, Dios mío, ¡cómo quiero que lo haga!

Tropezamos en el baño de uso individual, y la puerta apenas se cierra antes de que él presione sus labios ardientes contra los míos, haciéndome gemir mientras me empuja contra el lavabo. Mis piernas se abren cuando me levan...