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Capítulo 3 La repentina llegada del pequeño mudo

¡El corazón de Riley se apretó de repente!

En ese momento, los dos niños que habían ido al baño le dijeron tiernamente a Riley: —¡Mami, ya terminamos!

Riley volvió a la realidad, su corazón casi se detuvo del susto.

Riley respondió apresuradamente: —¿De acuerdo? Entonces vámonos rápido y no hagamos esperar demasiado a la madrina.

Al otro lado, Donovan, mientras hablaba por teléfono, de repente escuchó una voz familiar y miró hacia allí.

Con el rabillo del ojo, solo logró captar un vistazo de una figura conocida.

¡Riley!

¿Era ella?

¿Había vuelto?

Donovan inmediatamente la persiguió con grandes zancadas, pero esa figura ya se había mezclado con la multitud y desaparecido.

La mirada de Donovan se volvió pesada, y su enojo en el rostro se hizo aún más evidente.

Esa mujer, que se fue tan decididamente en aquel entonces, y abandonó a su hijo sin corazón. ¡Cómo podría haber vuelto!

Los dos niños, tomados de su mano, encontraron extraño ver a su mamá mirando hacia atrás cada pocos pasos en su camino.

—¡Riley! ¡Landon! ¡Winston!

Al ver a la persona, las tensas cuerdas del corazón de Riley se relajaron lentamente, y una sonrisa apareció en su rostro. —¡Harper, cuánto tiempo sin verte!

Harper era su mejor amiga en la universidad y ahora también es doctora, trabajando en su propio hospital.

Harper se acercó rápidamente a la madre y a los dos niños, abrazándola fuertemente, con una sonrisa afectuosa en su voz. —¡Por fin, he estado esperándote tanto tiempo! ¡Te he extrañado mucho!

Riley sonrió suavemente en respuesta: —Yo también.

Harper la abrazó fuertemente antes de agacharse, abrazando a los dos niños, uno en cada brazo. —Mis amores, ¿extrañaron a la madrina?

Landon y Winston sonrieron, sus voces suaves y tiernas, respondiendo al unísono: —¡Claro que sí! ¡Queremos ver a la madrina incluso en nuestros sueños! ¡Y la madrina sigue siendo tan hermosa!

—¡Qué dulces son!

Harper sonreía de alegría por sus cumplidos.

Riley aún sentía una sensación de urgencia y miró de reojo la puerta del aeropuerto, instando casualmente: —No nos quedemos aquí. Si hay algo, podemos hablarlo cuando lleguemos.

Al mismo tiempo, la alta figura de Donovan apareció en la puerta del aeropuerto.

—Cancela todos los asuntos internacionales.

El hombre instruyó fríamente a su asistente, Paxton.

Paxton asintió: —Señor Wilder, ya hemos enviado a más personas a buscar a Finley. Es tan joven, no debería haber ido muy lejos. Por favor, no se preocupe demasiado.

Finley en casa siempre ha sido la niña de los ojos del señor Wilder. Comparado con encontrar a Finley, esos asuntos internacionales no son nada.

La mirada de Donovan se volvió fría, y caminó hacia el Maybach estacionado al lado de la carretera sin decir una palabra.

Pronto, el coche partió.

Una hora después, el coche de Harper apareció en una zona residencial llamada 'Pixel Haven' en el centro de la ciudad.

Este lugar fue recomendado por Riley hace unos días.

—El ambiente es agradable, me gusta —dijo Riley, satisfecha. Se volvió hacia su amiga y dijo—: No esperaba que fueras tan eficiente.

Harper levantó una ceja sin comentar. —Mi casa está al lado. Toda esta familia se mudó a la capital, así que están alquilando esta casa. Es perfecto que la encontré. Podemos visitarnos todos los días.

Riley asintió con una sonrisa.

Después de ordenar rápidamente sus cosas, era hora de comer.

Harper los llevó a los tres a comer fuera.

En el camino al estacionamiento del restaurante, antes de que el coche pudiera detenerse, una niña pequeña salió corriendo de una zona oscura.

Al ver que estaban a punto de chocar, Harper frenó bruscamente y miró horrorizada a la niña que había caído al suelo afuera.

Riley también estaba aterrorizada. Giró la cabeza para mirar a los dos niños en el asiento trasero y, al ver que estaban bien, inmediatamente abrió la puerta y salió del coche.

A solo un paso del frente del coche, una niña de cuatro o cinco años estaba sentada en el suelo con una expresión en blanco, claramente asustada.

El corazón de Riley se ablandó. Se agachó cautelosamente junto a la niña y preguntó con suavidad: —¿Estás herida?

La niña tenía la piel clara, ojos acuosos, una nariz respingona y una apariencia delicada. Llevaba un vestido de princesa rosa, con dos pequeñas coletas atadas, y sostenía una muñeca de aspecto caro en sus brazos. Parecía una pequeña princesa que había huido de su familia.

La niña lentamente volvió en sí y negó con la cabeza tímidamente, con un toque de desconfianza y miedo en sus ojos.

Riley se detuvo por un momento, su mano extendida flotando en el aire. Sonrió tranquilizadora a la niña y dijo: —No tengas miedo, solo quiero ayudarte a levantarte.

Después de decir eso, miró a su alrededor nuevamente, perpleja, y preguntó: —¿Dónde están tu mamá y tu papá? ¿Por qué estás sola?

La niña apretó la muñeca con fuerza en sus brazos y permaneció en silencio, solo sacudiendo la cabeza en respuesta.

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