Read with BonusRead with Bonus

Treinta y seis.

Los ojos de Colt se abrieron lentamente, envuelta en un capullo de sábanas suaves y cálidas, o al menos eso pensaba. Después de un momento, se dio cuenta de que no eran las sábanas las que le proporcionaban el calor en el que estaba envuelta, sino la figura musculosa que solo podía pertenecer a un h...