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Treinta y dos.

—Bueno, ahora es tu turno —dijo Rebecca, extendiendo el salero y el trago de tequila a Colt—. Deja de resistirte, señorita Merrier —rió ante la actitud reacia de su amiga, con un brillo en los ojos.

—No. No puedo, Becks, no otra vez —dijo Colt, tomando un sorbo de su cerveza. Recordaba la última ve...