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Capítulo 128 Admito que tú ganas

El rostro de Lynda reveló una expresión incómoda, pero rápidamente la ocultó y puso una mirada lastimera.

—Isabella, me arrodillaré y te suplicaré, rogándote por tu perdón...

—No es necesario —sacudió la cabeza—, dejémoslo así.

La voz de Isabella estaba llena de agotamiento y frialdad.

Sebastián...