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Capítulo 738

Los ojos de Leonardo eran fríos como el hielo.

Angela, temblando en sus brazos, dejó que sus lágrimas cayeran una a una sobre su cuello.

Leonardo sintió un dolor agudo en el pecho, la ira ardiendo dentro de él.

Se inclinó y presionó sus labios delgados. Luego susurró: —Sé buena. Cierra los ojos.

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