




Capítulo 4 Una noche de intimidad
El calor subió a sus mejillas, y Ellie apretó los labios, negándose a abrir los ojos. Se giró hacia la pared, acercándose un poco más a ella. Para George, ella se veía adorablemente tímida...
Dicen que la ausencia hace crecer el cariño, y George había estado fuera por dos meses. ¿Cómo podría no querer estar cerca de su esposa? Su mente corría a mil por hora, y tomó una respiración profunda, tratando de calmar el repentino oleaje de deseo en su estómago. Alzó la mano y apagó la luz.
La habitación se sumió en la oscuridad. El cuerpo de Ellie se puso rígido, y el sonido de la puerta cerrándose hizo que su corazón latiera más rápido. Se escucharon pasos acercándose, luego se detuvieron. Podía sentirlo metiéndose en la cama junto a ella, el colchón hundiéndose ligeramente bajo su peso.
El aire se sentía denso, y la oscuridad y la tensión hicieron que sus sentidos se descontrolaran. Podía oír su respiración, deliberadamente lenta y ligera. Ellie contuvo la respiración, pero su garganta se sentía apretada, como si algo estuviera atascado, haciéndola tragar instintivamente.
El sonido de su deglución parecía súper fuerte en el silencio, y podía oírlo claramente. Qué incómodo... Su cara ya enrojecida se puso aún más caliente. Tosió ligeramente, fingiendo que su garganta estaba un poco irritada.
La voz de George rompió repentinamente el silencio.
—¿Sigues despierta?
Su voz era ronca y torpe, nada suave, pero el corazón de Ellie se aceleró porque sabía exactamente lo que él quería...
—...Sí.
—Entonces, eh... ¿podemos, ya sabes, hacerlo?
Una cálida oleada golpeó su corazón, y su abdomen bajo hormigueó con un dulce dolor. Las yemas de los dedos de Ellie se tensaron ligeramente, y respondió suavemente con otro "sí".
Después de dos meses separados, no solo George lo quería—ella también. Al escuchar su respuesta, George no se contuvo más. La agarró del hombro, la volteó y la presionó hacia abajo.
El peso de su cuerpo hizo que Ellie soltara un gemido ahogado, y luego sus labios estaban sobre los de ella. Su aliento caliente se derramaba sobre su nariz y mejillas, haciéndola sentir como si estuviera envuelta en una ola de calor, sus extremidades convirtiéndose en gelatina.
—Mmm...—gemió instintivamente.
Su suave voz solo alimentó el corazón inquieto de George, haciéndolo aún más ansioso e impaciente. Su lengua se deslizó fácilmente entre sus labios ligeramente abiertos, y la sensación húmeda, cálida y resbaladiza lo abrumó. Gradualmente, su mente se nubló y su respiración se volvió pesada.
Casi en piloto automático, su mano encontró su camino hacia su pecho lleno y redondeado antes de que siquiera se diera cuenta. Incluso a través de las capas de su pijama y su sostén, podía sentir esa abrumadora suavidad. Cerrando los ojos e inclinando la cabeza, George la besó más profundamente, con más pasión.
Su lengua era implacable, girando en su boca, lamiendo y succionando su pequeña lengua suave. Su gran mano agarraba y amasaba firmemente sus pechos. No era exactamente gentil, y era un poco demasiado para Ellie, causándole un leve dolor. Su lengua se sentía adolorida por la succión.
Pero su cuerpo parecía estar más en sintonía con él que resistiéndose. Ellie se sentía mareada, su cuerpo se volvía flácido, incapaz incluso de levantar los párpados. Solo podía dejar que él hiciera lo suyo, un gemido gutural escapando de sus labios.
—Ah...
Su gemido era como una luz verde, incitando aún más al hombre sobre ella. Hizo que su ya dura excitación se volviera aún más intensa, casi dolorosa. Incapaz de manejar sus gemidos por más tiempo, George agarró sus pechos y los apretó con fuerza varias veces.
Soltando sus labios, levantó la cabeza, enderezó la espalda y se sentó sobre ella, moviendo sus manos a su pecho para desabotonar su pijama.