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Capítulo 198 Tanto una advertencia como una amonestación

El señor Jenkins vio el nombre y rápidamente acarició a su preciosa nieta, Reese Jenkins, que estaba acostada en su regazo. —Cariño, despierta. Necesito atender una llamada.

Reese Jenkins no entendía por qué, pero a pesar de su arrogancia de princesa, era extremadamente educada. Se levantó, se secó...