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Capítulo 186 El aplastamiento de lo despreciable

De repente, al encontrarse en estrecha proximidad, Cosmo se llenó de inquietud. Sin embargo, razonó que esta persona debía ser una oponente formidable. Si lograba asegurar su firma, sin duda sería un desafío manejarla.

Con el ceño fruncido, ella respondió:

—Sí, soy yo.

Luego añadió:

—Señorita, no ...