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CAPÍTULO 5

Mientras Arianna se sumía en el sueño, se encontró envuelta en un sueño que se sentía dolorosamente familiar, pero distante.

El sol se hundía bajo el horizonte, arrojando un cálido resplandor sobre la playa. Arianna se encontraba en medio de la escena tranquila.

Una mesa bellamente adornada con un pastel se erguía ante ella, las velas parpadeantes proyectando sombras danzantes.

Vestida de blanco, irradiaba felicidad, pero sus ojos mostraban un atisbo de anhelo mientras escaneaban los alrededores, buscando a alguien.

Sus amigos la rodeaban, sus voces llenas de emoción mientras la instaban a cortar el pastel y pedir un deseo.

—Vamos, Arianna, sopla las velas y pide un deseo —animaban, su anticipación palpable.

Arianna dudó, su mirada parpadeando alrededor de la playa, esperando ver a la persona que anhelaba tener a su lado.

¿Dónde estaba él?

—Arianna, ¿qué estás esperando? —la instaron sus amigos, sus voces llenas de aliento.

Con un suspiro resignado, Arianna asintió, su corazón pesado con un anhelo no expresado, y se inclinó para cerrar los ojos y pedir su deseo.

Sus labios formaron un deseo silencioso mientras las llamas danzaban ante ella.

Durante ocho largos meses, había atesorado un solo deseo: pasar su vida con Xander.

Y mientras soplaba las velas, su deseo parecía alzarse en las alas del viento.

De repente, un dron apareció en el cielo azul, dibujando patrones de humo blanco que gradualmente se fusionaron en dos palabras simples pero profundas: Cásate conmigo.

Su corazón dio un vuelco en su pecho mientras Xander, vestido impecablemente con un elegante traje negro, se acercaba a ella con un ramo de flores en la mano.

Con cada paso que daba, su anticipación crecía, su respiración se entrecortaba.

Luego, con una gracia que desmentía su exterior rudo, se arrodilló ante ella, sus ojos llenos de amor y devoción no expresados.

Con una voz llena de emoción, pronunció las palabras que ella había anhelado escuchar.

—Arianna, cásate conmigo. No puedo esperar más. Quiero hacerte mía, quererte todos los días de mi vida.

La alegría de Arianna no conocía límites mientras aceptaba con entusiasmo su propuesta, su corazón desbordante de amor y gratitud.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —exclamó, su voz resonando en la noche, un testimonio de la felicidad sin límites que llenaba su alma.

En un abrir y cerrar de ojos, el que una vez fue el afectuoso y apuesto Xander se transformó en una figura de burla e indiferencia.

De repente, estaban en el altar. Arianna miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba en su vestido de novia.

—No quiero casarme contigo —se burló él, riendo oscuramente.

—Arianna, me aburres hasta las lágrimas. No eres lo que quiero, y nunca lo serás. ¡No vuelvas a mostrarme tu cara!

Sus palabras perforaron su corazón como millones de dagas, dejándola destrozada.

—¡No vuelvas a mostrarme tu cara!

—¡No vuelvas a mostrarme tu cara!

—¡No vuelvas a mostrarme tu cara!

El corazón de Arianna se desplomó como si se lo hubieran arrancado del pecho. Abrió los ojos de golpe, despertando sobresaltada, jadeando por aire.

Aunque habían pasado dos años, el recuerdo de ese momento persistía como una pesadilla inquietante, dejándola sacudida y traumatizada.

Arianna respiró hondo dos veces, tratando de calmar su corazón acelerado. Intentó sentarse, pero su cuerpo se sentía extrañamente entumecido, como si perteneciera a otra persona.

—¿Qué me pasó? —susurró para sí misma, su voz apenas audible en la habitación silenciosa.

De repente, los eventos de la noche anterior inundaron su mente: el encuentro con Xander, el beso, las emociones abrumadoras.

El pánico se apoderó de su pecho, y frenéticamente buscó respuestas en su memoria.

Pero no había nada. Solo un espacio en blanco donde deberían estar los recuerdos.

Una oleada de miedo la invadió.

¿Acaso... fueron más allá?

¿Acaso... perdió su virginidad?

¡Dios mío!

La mente de Arianna era un torbellino de confusión, sus pensamientos corrían mientras parpadeaba rápidamente, tratando de juntar las piezas de lo que había sucedido después del beso. Pero por más que lo intentara, su memoria seguía en blanco.

Mientras se sostenía la cabeza, la mirada de Arianna se encontró con la de Xander, y se vio atrapada por la malicia y el odio que emanaban de sus ojos, una intensidad escalofriante que le provocó escalofríos.

Necesitaba salir de esta situación y alejarse de Xander lo más rápido posible.

Mientras Arianna se obligaba a estabilizar sus emociones y se sentaba, un repentino mareo la invadió. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, su muñeca fue firmemente agarrada, y sintió que la jalaban de nuevo hacia la cama.

El pánico la invadió al darse cuenta de que estaba completamente inmovilizada. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras levantaba la vista para encontrarse con la mirada de Xander.

Su agarre en sus manos se apretó, inmovilizándolas contra la cama con una fuerza inquebrantable.

La intensidad en su mirada le provocó escalofríos, no solo de ira, sino de un odio escalofriante y una intención inconfundible que la dejó temblando de miedo.

En sus ojos, vio no solo ira, sino un odio escalofriante y una intención inconfundible.

A pesar de la neblina que rodeaba los eventos de la noche anterior, una cosa permanecía clara en la mente de Arianna: la acusación de Xander de que ella lo había drogado. ¿Realmente creía él que ella era capaz de un acto tan engañoso?

El corazón de Arianna latía con ansiedad y miedo al considerar la naturaleza despiadada de Xander.

Era conocido por su falta de piedad al tratar con aquellos que se atrevían a desafiarlo.

Ella había sentido su ira de primera mano en la boda, y solo el recuerdo era suficiente para provocarle escalofríos.

Pero a pesar de su aprensión, Arianna sabía que tenía que enfrentar la situación de frente.

Con una determinación resuelta, apretó la mandíbula y estabilizó su respiración, preparándose para decir su verdad y desentrañar los misterios de la noche anterior.

—¡Suéltame! —suplicó Arianna, luchando contra su firme agarre, sus ojos llenos de una mezcla de miedo y desafío.

Xander, sin embargo, se inclinó más cerca, su agarre apretándose en sus manos mientras le dirigía una mirada acusatoria.

—Arianna, me drogaste anoche. No puedo creer que hayas caído tan bajo por dinero. ¿Pensaste que porque recibiste dinero de mí sin tener que comprometerte antes, ahora podrías usar tu cuerpo como moneda de cambio?

El corazón de Arianna se hundió ante sus duras palabras, sintiendo cada una como una puñalada en el pecho. En un arrebato de ira, lo empujó con todas sus fuerzas, haciéndolo tambalearse hacia atrás.

¡Plaf!

El sonido nítido de la bofetada detuvo a Xander en medio de sus brutales palabras.

La mano de Arianna quedó suspendida en el aire, temblando de rabia. Su tez se había palidecido, y su pecho se agitaba con furia.

Una marca roja vívida desfiguraba la tez impecable de la mejilla clara del hombre.

Xander pareció momentáneamente aturdido por la acción repentina de Arianna. Su sonrisa era forzada, y sus palabras goteaban con un desdén helado.

—Arianna, ¿tienes deseos de morir?

Mientras bajaba la mano, Arianna miró al hombre que una vez amó, su corazón pesado con la traición. ¿Cómo podía pronunciar palabras tan crueles? En ese momento, sus comentarios despectivos cortaron más profundo que cualquier golpe físico.

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