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Jenna se sentó en la esquina de la cama, su mano dentro del débil agarre de Kai. Se sentía extraño verlo tan vulnerable. Tan débil.

Él le dio una sonrisa delgada mientras la miraba. —Puedes irte a casa, ¿sabes? No tienes que quedarte aquí todo el tiempo.

—Quiero quedarme —insistió Jenna. Sentía qu...