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31. De una manera no imbécil

31. De una manera no idiota

Videollamada de Ceasar.

Mi corazón salta en mi pecho al ver su nombre parpadeando en mi pantalla. Sin siquiera consultarlo con mi cerebro, acepto la llamada.

Mi corazón late como loco cuando el rostro de mil millones de dólares de Ceasar aparece en mi pantalla en...