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Capítulo ochenta y nueve

—Damien, ¿has estado sentado ahí toda la noche? —pregunté, incorporándome en la cama del hospital y mirando curiosamente al hombre sentado junto a mí. No se había movido desde que me quedé dormida, sentado en la cama con los bebés que yacían a su lado, envueltos en sus adorables mantas rosas y azule...