Read with BonusRead with Bonus

Capítulo sesenta y cinco

—¡No, no creo que seas un mentiroso! —exclamé, tratando de encontrar una forma de escapar. Tenía su cuerpo presionado contra el mío, sus ojos rojos como la sangre mirándome fijamente, como una criatura que finalmente había atrapado a su presa. Siempre olvidaba que Damien era, de hecho, una criatura ...