Read with BonusRead with Bonus

Capítulo cincuenta y dos

—¡Pequeño Bast! —exclamó Sinclair, haciéndome saltar con un grito. No lo había oído correr detrás de mí, y su voz repentina en mi oído fue, por decir lo menos, impactante.

Jadeé mientras me sujetaba el pecho, tratando de calmar mi corazón. Pero el susto repentino no le sentó bien a mi pobre corazón...