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Capítulo cincuenta y uno

—¿Está bien? —le pregunté a Damien mientras caminaba de regreso hacia la casa, con la mirada baja y llena de un dolor no expresado. Una vez que llegó al último escalón, se giró para mirar a Bast, que estaba acostada en el prado. Al observarla, me recordó una vez más su belleza. Su largo y hermoso ca...