Read with BonusRead with Bonus

Capítulo cuarenta y cinco

—¡Dios, grítalo si quieres! —susurró Val, mirando a Sam para ver si había escuchado. Cuando giró la cabeza, me apresuré a quitarme el anillo y lo escondí en mi bolsillo. Me sorprendió que no lo hubiera notado antes, pero no quería lidiar con las millones de preguntas que sabía que haría si lo detect...