Read with BonusRead with Bonus

Capítulo cuarenta y uno

—Yo también —respondió Sinclair.

Él y Damien continuaron mirándose, como si esperaran que el otro atacara. Los ojos de Damien se volvieron rojos como la sangre, mientras que los de Sinclair se oscurecieron hasta un tono ámbar. Sentí una sensación de fatalidad inminente al observarlos, incapaz de sa...