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Capítulo treinta y dos

—¿Cómo dormiste? —me preguntó Damien suavemente, girándose para mirarme.

—¿Estoy soñando? —le pregunté, mirando al cielo azul claro y luego al hermoso prado. Suspiré con satisfacción mientras el viento soplaba suavemente, llenando mi nariz con el aroma de las diversas flores que nos rodeaban. Mirar...