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LA NIÑA TESTARUDA

—Oh, lo siento, cariño. Entonces haré que envíen los diez restantes mañana —una sonrisa se dibujó en la esquina de su boca.

—Zac —gruñó Ava y le dio un golpe en el pecho—. Si haces eso, no me dejas otra opción que venderlos.

—Y no me dejas otra opción que comprarlos de nuevo, Campanilla —insistió ...