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Dime que no es verdad

Mirando a papá, me limpié las palmas sudorosas en mi sudadera.

—Esta chica que sigue perturbando nuestra paz y golpeando como una loca dice que está aquí para verte. ¿Entonces? —Señaló a Dani—. ¿La conoces?

—No la r-reconozco...

—¡Maldito imbécil! —gritó Dani tan fuerte que los sirvientes tuvieron q...