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Capítulo setenta y tres

Me tomó una semana entera empezar a ponerme de pie sin ningún apoyo.

Todavía estaba muy débil y no podía correr ni saltar. No podía hablar con las voces dentro de mi cabeza; estaban dormidas. Ya había dejado de escuchar la voz de Celeste; era como si se hubiera fusionado conmigo y, si tenía alguna ...