Read with BonusRead with Bonus

Capítulo setenta

Todavía estaba mirando cuando me di cuenta de que de repente estaba montada en su espalda, y Liana me había subido allí. Ojalá pudiera decir que podía caminar por mi cuenta, pero me sentía tan agotada que mis extremidades parecían fideos.

Estaba ridículamente entumecida; apenas podía sentir el calo...