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Capítulo cincuenta y cuatro

—¿Por qué estás con él, Celeste? ¡Eres mi compañera! ¡Eres mía! —Estaba furioso; se acercó a mí y se detuvo a una distancia prudente. Yo también quería acercarme, pero mi mente me advertía que me quedara en mi lugar. No podía tener lo mejor de ambos mundos; no era correcto y no era yo.

—Estaba huye...