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Capítulo treinta y siete

—¡Oh Dios! —gimió Mercy—. Hace días que no me divertía tanto ni comía tan bien. Si no fuera por el amor que tengo a cuidar a mis pacientes, habría reconsiderado ser la sanadora del Reino.

—Esto no tiene nada que ver con que seas sanadora —Kia puso los ojos en blanco—. Sus altibajos del embarazo la ...