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Capítulo veintinueve

—¡¿Moon? ¡Moon! ¿Qué te pasa?! —Su voz apenas llegaba a mis oídos, pero logró adormecer un poco el dolor que sentía por dentro. En el momento en que se inclinó para empujar mi cuello con su hocico, sentí que podía respirar.

Y solo para detener el dolor, me aferré a él como si fuera mi salvavidas.

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