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No habíamos podido dormir más de unas pocas horas cuando me desperté al escuchar sus gemidos y verla moverse inquieta en su sueño. Me levanté apoyándome en mi brazo, observándola por un momento.

—Alyce, despierta, amor, estás bien. Estás a salvo.

Ella no parecía escucharme mientras gruñía y se agi...