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Capítulo cuarenta y seis

Justo cuando extendí la mano para abrir la puerta, esta se abrió automáticamente. ¡Impresionante! Entré al edificio y vi a una joven de mi edad sentada en la recepción.

—Finalmente, alguien de mi edad. —Con todos siendo mayores que yo, me hacen sentir como una niña.

—Buenos días. —Saludé a la rece...