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Cuarenta y uno

—¡Ahhh! —grité y me acerqué al espejo para ver bien mi cuello. Un gran chupetón que parecía haber sido hecho por un animal salvaje se destacaba orgulloso en ambos lados de mi cuello. No puedo creer que los gemelos me hayan hecho esto.

—¿Ves de lo que hablo? Por cierto, ¿cómo se sintió estar entre l...