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Capítulo 40

Atrapada entre la vergüenza, la ira y el dolor, Reyana luchó por encontrar su voz.

—Lo siento, Alfa. Traje tu poción —logró decir, ofreciendo una leve inclinación antes de girarse para irse, con las mejillas sonrojadas de vergüenza.

¿Por qué sentía esa ardiente celosía burbujeando dentro de ella, ...