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PRÓLOGO

En el corazón del antiguo bosque, donde las sombras danzan entre los imponentes árboles y los susurros resuenan a través del denso follaje, yace la manada todopoderosa e invicta: la manada del Creciente de Sangre.

Gobernada por el lobo de ojos verdes, el Alfa Randall, quien no dejaba más que muerte y oscuridad a su paso, son la manada más temida de todo el sur.

El Alfa Randall conquistó territorios y puso de rodillas a grandes Alfas. Sus conquistas eran legendarias, su nombre infundía terror en los corazones de todos los que se atrevían a oponerse a él.

Su reinado era tanto una maldición como una bendición, dependiendo de cómo se tratara con él.

A pesar de todo lo que se veía en la superficie, el Alfa Randall se enfrenta a un gran desafío... Un desafío que podría arruinarlo o hacerlo aún más poderoso, y este desafío viene en forma de una profecía... Una profecía que ha sido mantenida oculta del mundo.

—Cuidado, el lobo de ojos verdes, pues el poder maneja un filo de doble cara.

La elección de la pareja dicta el decreto del destino, bendición o maldición, pronto será.

La traición de una pareja, una manada deshecha, en la hora más oscura, la batalla se gana.

Busca la clave en susurros antiguos, donde cuentos no contados, el futuro guardan. En signos crípticos, las respuestas yacen.

Quien lleve la marca del lobo de ojos verdes se convierte en su perdición o su bendición.

La elegida, una doncella justa, se alzará para enfrentar al lobo de ojos negros. En sus manos, el destino de todos yace, para atender el llamado o dejarlo caer.

Atados por un juramento, el Alfa, su Beta, su Gamma y la Bruja Inmortal juraron proteger la profecía con sus vidas, ya que esta profecía sostiene el reinado y la destrucción del Alfa Randall y la manada del Creciente de Sangre.

La profecía logró mantenerse en secreto hasta que una fatídica noche, el velo de secreto se rompió, y la profecía que temían quedó al descubierto, poniendo en marcha una cadena de eventos que remodelaría el destino de su reino.


La noche era fría y espeluznante, las velas tenuemente iluminadas en la pequeña cámara ofrecían poco calor a la joven que yacía en la pequeña cama de madera. Pequeños gemidos escapaban de sus labios mientras se retorcía, sus cejas fruncidas en angustia y sus ojos aún cerrados en un sueño profundo mientras estaba atrapada en las profundidades de un sueño inquietante.

Se encontró de pie ante una mujer etérea, vestida con una túnica blanca y fluida, que le sonreía amorosamente, acariciando suavemente su mejilla.

—Reyana, mi niña —llamó la figura etérea, su voz una melodía tranquilizadora que calmaba la tormenta dentro del alma de Reyana.

—¿Madre? —llamó la joven con voz temblorosa, lágrimas acumulándose en sus ojos mientras extendía la mano para tocar a la mujer—. Por favor, llévame contigo, madre. Me siento tan perdida sin ti —suplicó, dejando que las lágrimas fluyeran libremente de sus grandes y redondos ojos zafiro.

—Siempre estoy contigo, mi niña —susurró la mujer etérea, su voz una suave brisa que acariciaba la mejilla de Reyana—. Y recuerda, cuidado, el lobo de ojos verdes, pues el poder maneja un filo de doble cara.

La elección de la pareja dicta el decreto del destino, bendición o maldición, pronto será.

La traición de una pareja, una manada deshecha, en la hora más oscura, la batalla se gana.

Busca la clave en susurros antiguos, donde cuentos no contados, el futuro guardan. En signos crípticos, las respuestas yacen.

Quien lleve la marca del lobo de ojos verdes se convierte en su perdición o su bendición.

La elegida, una doncella justa, se alzará para enfrentar al lobo de ojos negros. En sus manos, el destino de todos yace, para atender el llamado o dejarlo caer —citó la mujer etérea mientras gradualmente se desvanecía con el viento.

—¡No! ¡Por favor, quédate conmigo! ¡Madre! —Reyana soltó un grito desgarrador mientras era arrastrada de vuelta a la realidad de los confines de su pequeña cámara, haciéndola incorporarse con miedo mientras intentaba calmar su respiración.

Era otra pesadilla, pero esta vez, era una pesadilla con una extraña profecía.

El viaje comienza, y el destino de su reino descansa en las manos de aquellos lo suficientemente valientes para tomarlo.

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