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102. No podía... ¿verdad?

Marcas hinchadas y furiosas lo cubren como firmas deliberadas. Largas y profundas heridas de látigo, algunas aún rezumando rastros de sangre, otras costrosas y oscuras, pero todas abiertas. La piel está devastada, roja e inflamada, moretones floreciendo en tonos nauseabundos a lo largo de sus hombro...