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Mundos y capullos

El resto del viaje en coche fue silencioso, ya que tanto Scott como yo estábamos sumidos en nuestros propios mundos de dolor y miseria. No podía dejar de pensar en cuánto deseaba volver y llorar en el hombro de Molly. No creía que un buen llanto y un litro de helado fueran a solucionar nada. Pero si...