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Nunca es fácil

El silencio de Noah resonaba en la habitación tan fuerte como mis acusaciones. Pero ahora que había abierto las compuertas, no podía detener las palabras, aunque quisiera.

—No puedes ignorarme porque tienes miedo, Noah. ¡Demonios, ni siquiera sé por qué tenías miedo esta vez! ¿Ya me quitaste la vir...